El Costurero de la Reina es uno de los edificios más singulares de
Sevilla y tiene el don de generar preguntas en la mente de todos los que lo
contemplan por vez primera. Más de uno, sorprendido por su ubicación y su
estilo arquitectónico, seguro que se habrá cuestionado cómo ha llegado hasta
allí, pues a simple vista parece extraído de una historia caballeresca o de un
cuento de hadas, dando la sensación de que se hubiera teletransportado desde la
época medieval hasta nuestros tiempos sin sufrir desperfectos. Pero no, este
edificio no es tan antiguo.
Fue un encargo del Duque de Montpensier al arquitecto Juan Talavera,
quien consiguió terminarlo allá por el año 1893. En aquel momento estaba muy de
moda en Europa imitar estilos arquitectónicos anteriores como el románico, el
gótico o el mudéjar, y el Costurero de la Reina, ese coqueto y minúsculo castillo coronado por llamativas
almenas y pintado con franjas horizontales de tonalidades crudas y rojizas que
está situado en la Glorieta de los Marineros Voluntarios, es un buen ejemplo de
ello.
Costurero de la Reina. Sevilla¿Pero por qué se llama así? En
realidad, su nombre oficial es el de Pabellón de San Telmo, pero todo el mundo
lo conoce por el Costurero de la Reina gracias a la leyenda, que asegura que la
Reina María de las Mercedes, debido a su delicado estado de salud, acudía a
este lugar para tomar el sol, coser durante horas junto a sus damas y leer las
cartas de su amado Alfonso XII. Sin embargo, este relato no está ni mucho menos
documentado, ya que la Reina murió de tifus a temprana edad unos quince años
antes de que construyese este pequeño palacio, que hoy se utiliza como Oficina
de Turismo. Por tanto, todo hace indicar que esta versión novelesca fue fruto
de la imaginación de sus coetáneos. Pese a todo, en la ciudad se sigue
transmitiendo de generación en generación, quizás porque el edificio en sí
mismo evoca más a la fantasía que a la realidad.
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