Haciendo un repaso a su historia se observa que ha recibido hasta
siete nombres diferentes. Lo más curioso es que, los primeros datos de que se
disponen, de un temprano siglo XIV, ya apuntan a la existencia de panaderías.
De ahí que, incluso entonces, se le conociera como «plaza de las Atahonas». Al
menos así lo asegura Ballesteros en «Sevilla en el siglo XIII».
No será hasta el siglo XVII cuando se retome esta denominación,
«actualizada» ya como «Del Pan», por el evidente motivo de que allí se daban
cita numerosos puestos de venta de este producto que, por otra parte, provenía
de las cercanas localidades de Alcalá de Guadaira y Mairena, principalmente.
Esos puntos de venta se encontraban en la actual hilera de
establecimientos comerciales que limita con la espalda de la iglesia del
Salvador. Anteriormente se trataba de unas arquerías que, en palabras de
Francisco Ollero Lobato, también albergaron «juzgado, cuerpo de guardia y otras
oficinas». Realmente, lo que existe hoy en día son dichas arquerías, pero
tabicadas.
La rotulación llegó como un paradójico homenaje al gremio, pues no se
ajustó como nomenclatura oficial hasta 1820, fecha en que los panaderos fueron
desalojados de la céntrica área.
José Echamorro, maestro de obras en la Sevilla de principios del XIX,
fue el ideólogo de un proyecto urbanístico en pos de una mayor amplitud del
espacio público y que trataba de corregir su frente, de muy «desarreglado y
desagradable aspecto». Su irregularidad, y la elevada presencia de palenques y
puestos de venta hacían que aquello, más que una plaza pareciera «un ensanche
en el cruce de diversas calles en el testero de la iglesia», concluye Ollero.
A pesar de la modificación, la función comercial no decayó, siendo
una de las zonas clave del Casco Antiguo en este ámbito, pero con una tipología
de negocio más amplia. De hecho, entre 1868 y 1971 se la conoció como «plaza
del Comercio». No obstante, no sólo era pan lo que se vendía, pues hay un
documento de 1667 que nombra el lugar como «plaza de la Fruta».
De mayor duración fue la denominación que la revistió durante todo el
medievo, siempre con el término «Salvador» entre su identidad, dada su situación
anexa al templo. Es más, durante el siglo XVI, todo el espacio se consideraba
como plaza del Salvador, un gran área con la iglesia en su centro.
Tal era la amplitud de la plaza, que también incluía a la de la
Pescadería, de ahí que hubiera que concretar más el término. Es decir, la
actual plaza de Jesús de la Pasión era la «plaza de Abajo de San Salvador» a
mediados del siglo XIV, y la «Baja del Salvador» hasta el XVI, según se recoge
en el «Diccionario histórico de las calles de Sevilla».
El historiador Moreno Galván añade un nombre más a la lista,
asegurando que, en 1845, no era «del Pan» sino «plaza Vieja del Pan» o «del Pan
Vieja», en alusión a esa actividad ya lejana en ese lugar de Sevilla.
El topónimo de «Jesús de la Pasión» tiene un siglo de vida. Pero de
vida intermitente, la marcada por el pulso entre devoción y negocio. Los
comerciantes no vieron con buenos ojos este viraje piadoso, entendiendo que el
cambio de nombre les haría perder ventas, y en consecuencia litigaron por
devolver su clásica denominación, que consiguieron en 1931.
No obstante, en 1939 el espacio volvió a homenajear al devoto
nazareno de Martínez Montañés con un nombre que ha quedado como definitivo. Al
menos hasta la fecha.
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