viernes, 14 de agosto de 2015

Los Hijos de César


 Durante la ocupación romana nuestra ciudad, entonces denominada Hispalis, logró ser uno de los centros comerciales más importantes de Hispania. La primera referencia romana de la urbe es del año 206 a.C., cuando se registró la batalla de Llipa entre romanos y cartagineses y se fundó Itálica, que a partir de entonces se convertiría en la ciudad residencial. Otra fecha que se resalta en la historia es el año 45 a.C., cuando, coincidiendo con la batalla de Munda, Julio César llega por segunda vez a Hispalis y le concede a la ciudad el titulo de “Colonia Julia Romula Hispalis”.

Pero César estuvo en la ciudad antes, aproximadamente entre los años 68 y 65 a.C., cuando era cuestor de la provincia. En este periodo se remodelaron las principales murallas y sus torreones, reemplazando la antigua empalizada. Y si bien no hay dato en contra para negar al ilustre romano la gloria de haber sido su restaurador, según el político, militar y escritor romano Aulo Hircio: “Sevilla en este tiempo estaba ya circuida de murallas, las cuales serían de sólida y hermosa fábrica por cuanto el mismo César no se decidió a vengarse de las ofensas de los lusitanos por temor de que éstos incendiaran la ciudad y destruyesen sus muros”.

 Según la leyenda César tuvo durante su estancia en la ciudad amores con una joven llamada Syoma Julia, la cual le dio dos hijos. Al primogénito César lo sacrificó para ganarse la protección de los dioses, dándole muerte y enterrando su cuerpo ensangrentado bajo el cimiento de la muralla en el Arco de la Macarena. Con ello se consideraba que la muralla y la ciudad serían invencibles. Su amada Julia, desesperada por la muerte de su primogénito, huyó del lado de César y ocultó a su segundo hijo, para lo cual cambió su nombre y su identidad. Algunas fuentes consideran que pasó a llamarse Bruto y que, cosas del destino, más tarde sería uno de los asesinos de su propio padre en Roma.


Con todo, la ciudad de Sevilla siempre ha guardado a la memoria de César un gran respeto y consideración, ya que al ampliar la muralla y engrandecer el perímetro urbano convirtió a Hispalis en la gran metrópoli del sur de la península. Muestras de ese agradecimiento son las diferentes figuras del dirigente romano que permanecen por la ciudad.

En la plaza de San Francisco está el Arquillo del Ayuntamiento (que comunica la Plaza de San Francisco con la Plaza Nueva) y a ambos lados de éste, a media altura, se ven dos hornacinas con estatuas, una de Hércules, a quien se atribuye la fundación de Sevilla y la otra es de Julio César, que restauró y amuralló la ciudad. Ambos figuran en este lugar de honor al ser considerados los Padres de la Patria Hispalense.


También hay una estatua suya en la Alameda de Hércules, sobre una de las dos columnas romanas que situó allí el Conde de Barajas en 1574.




Como podeis apreciar parece ser que Cayo Julio César, el hombre más poderoso del mundo en su tiempo, tuvo que ver con Sevilla más de lo que en un principio se podía pensar.

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